—Papá, ayer vino al cole un señor de ésos que les gustan los niños de 8 años, un secuestrador. Iba disfrazado de fotógrafo, y llevaba un cuchillo en el bolsillo.
Cualquier padre se alarmaría al escuchar esto. Cualquier padre intentaría aparentar calma y seguir indagando.
Esta tarde el cielo de Madrid es vehemente. apasionado.
Está lleno de nubes que se persiguen unas a otras.
La tormenta ha borrado el verano de golpe, llenando los cristales de gotitas.
Miro esas carreras de nubes a través de los cristales caleidoscópicos de mi ventana. Y, de repente, la piel de la realidad tiene una cualidad dulce, parecida a la de los sueños.
Es muy importante que yo me entere de si el amor tiende a subir o a bajar. Dentro del cuerpo, quiero decir. Que el amor está dentro del cuerpo, eso está claro. Y que se desplaza… eso es evidente. ¿A quién conoces tú que tenga el amor quieto toda su vida en el mismo sitio como si fuera el pancreas? Continuar leyendo «Los pies»
Una en el teléfono, otra en el ordenador, otra en el portátil y otra en el iPad. Facebook, instagram, tuiter, spotify, foursquare, youtube, pinterest… Las redes sociales me permitían estar en contacto con miles de personas, saber qué hacían y contarles qué hacia yo.
Tenía cientos de restaurantes, cines, teatros, bares, museos, exposiciones, salas de conciertos… en los que exprimir cada segundo de mi tiempo libre. Y cada vez que visitaba uno, lo compartía en internet con cientos de amigos, multiplicándose y expandiéndose mi gozo por el universo entero.
Estaba registrado en más de 40 sitios de internet y recibía puntualmente noticias, ofertas increíbles, reportajes apasionantes, vídeos, imágenes… Usaba al menos 15 de las 39 aplicaciones instaladas en el teléfono. Hacia más de 30 llamadas al día, casi todas urgentes a la vez que importantes.
Mi libreta de direcciones (sincronizada en todos los dispositivos) rebasaba los mil contactos.
Esta mañana corre un aire fresquito, he regado las plantas, he desayunado, he soportado estoicamente la mirada socarrona de un par de alcornoques centenarios: «eh, tú, el forastero. Pringao!».
Y he pensado que no había mejor manera que escribirte unas líneas para aprovechar, disfrutar, emplear, vivir, saborear, compartir, pasar, EL TIEMPO.
Llego al Registro Mercantil a depositar el libro de cuentas de mi empresa. Mi empresa es ínfima y el libro de cuentas tiene menos páginas que el trabajo de los visigodos que hiciste en tercero de BUP. Continuar leyendo «El Registro Mercantil»
Circunstancias de la vida me han llevado a dormir en una cama un poco más baja que la mía, un poco más ancha que la mía y a cuarenta y seis kilómetros con setecientos metros de la mía. Como soy un animal de costumbres… Continuar leyendo «Circunstancias»
Me he levantado esta mañana con ganas de pedirle matrimonio a la primera mujer que me encuentre por la calle. Y lo que es peor, me he levantado con ganas de que me diga que sí. Continuar leyendo «Estás mejorando»
Porque esta cama nueva en casa nueva es baja, y porque no tengo mesilla. Ni falta que me hace. Me estoy dando cuenta, en esta etapa de exilio, de que verdaderamente son muy pocas las cosas que me hacen falta. Continuar leyendo «El libro»