Quito las alcayatas y los tacos. Tapo los agujeros con Aguaplast. Cubro el suelo con un plástico muy ligero que venden y luego tengo que poner periódicos en los bordes. El periódico que más me gusta usar para este fin (y para encender la barbacoa) es el suplemento dominical de economía, porque sé que aunque tenga que agacharme a recoger algo y lea un titular no me voy a enganchar, y no corro ningún riesgo de que se me seque la pintura. Con los otros periódicos no estoy a salvo.
Pongo cinta adhesiva de papel en los marcos de las puertas.
Pienso que llevan más tiempo las tareas preliminares que el hecho en sí. Esto me lleva a establecer analogías entre el hacer del pintor y la repostería, las cadenas de fichas de dominó, la cola para obtener entradas para el concierto de U2 y la vida sexual. Más bien una parte de la vida sexual.
Claro, esto ocurre porque en realidad el tiempo es una convención. Una convención que resulta muy útil para los trenes y los autobuses de línea pero muy poco para las sensaciones. El tiempo es una mala herramienta para medir lo que duran las emociones. Las buenas y las menos buenas. Empiezo a sentir cierto vértigo y me aparto de esas disquisiciones como quien deja un porro en el cenicero después de darle unas caladas.
Contemplo lo bonita que me ha quedado la habitación incluso antes de dar un solo brochazo. Barajo la posibilidad de llamar a alguna revista de decoración para que hagan un reportaje, está muy industrial. La descarto porque no tengo la ropa adecuada para recibir a la estilista. Coloco en el centro el cubo de 20 kilos de pintura plástica blanco mate.
No tengo destornillador para abrir el bote.
Mierda, no tengo destornillador para quitar la put* tapa. (es una pena que tenga que poner el asterisco porque la secuencia de las dos palabras suena musical)
Son las 21h. Podría blasfemar en arameo durante unos minutos, que es lo que me pide el cuerpo. No lo hago. Simplemente interpreto la ausencia del destornillador en este momento de mi vida y en este lugar preciso como una señal divina.
Me visto con mi ropa de calle y bajo a tomar una caña. A ser posible con tapa.
¿Qué es a7manos? La imagen es de Luis Benolier
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