Llego al puesto de la fruta a comprar unos aguacates, una berenjena, dos calabacines y un racimo grande de uvas.
Trámites y golondrinas
Las migas sobre el mantel.
Las estrellas ahí arriba.
Los lunares en tu espalda.
Han llegado las noches suaves de verano, con esa cadencia que tanto me gusta.
Se han caído unas cuantas notas del piano. Unas corcheas de la escala de Si bemol. Cojo la escoba. Las recojo. Continuar leyendo «Trámites y golondrinas»
Me parezco a mi perro
Los días que yo las beso
La Cautela
—Papá, ¿y esto es la playa?
—Sí, hijos, hemos venido hasta aquí para que vierais la maravilla que es el mar.
—…
—…
—¿Y no podemos acercarnos un poco más?
—Puede ser peligroso.
—Es que yo no veo nada. —Yo tampoco. —Yo tampoco.
—Es porque está la marea baja, en cuanto suba podréis verlo.
—¿Tú estás seguro de que se va a ver?
—Claro, he comprobado la tabla de mareas.
—Jo, papá, a mí me gustaría acercarme más.
—Hijo, las briznas de hierba tenemos una capacidad motriz muy limitada, podríamos morir toda la familia.
—Anda, porfa, sólo cuatro tablones más cerca.
—No, hijo, lo veremos desde aquí.
—Jo, papá, si con la playa es así, ¿dónde nos pondremos para ver los encierros de San Fermín?
El Karma
Woody Allen es un misántropo diagnosticado. Aunque probablemente la misantropía sea el chocolate del loro de su expediente clínico: neurosis, fobias, depresión, obsesión, ansiedad… el genio de Brooklyn parece tener el DSM-5 como libro de cabecera. No quiero ni imaginar cuánto se ha dejado este hombre en terapeutas a lo largo de su vida, su psiquiatra debe estar en la lista Forbes. Pero estamos aquí por lo suyo con la gente.
—Doctor, no soporto a la gente, me dan grima, escozores, es algo físico. Y especialmente a los admiradores que me piden autógrafos y quieren hacerse una foto conmigo, a esos no los puedo soportar.
—Verá, se me ha ocurrido una idea. Le vamos a hacer una estatua de bronce y la vamos a poner en la calle, en un sitio concurrido para que todo el mundo que quiera le pueda abrazar… ¿Señor Allen? ¿Señor Allen? Rápido enfermera, llamen a emergencias, le ha dado un ataque.
A los 3 días, en una habitación de hospital.
—Señor Allen, no me dejó usted terminar. No la vamos a poner aquí en Nueva York, ¿qué le parece, por ejemplo, Oviedo?
Y ahí está, ¿lo ven? Los turistas y no tan turistas se hinchan a fotos achuchando a uno de los hombres que menos le gustan los abrazos de desconocidos, tuve que esperar un rato para poder hacerme mi foto con él.
Esto es el karma.
El mapa del tesoro
En una de las paredes del acantilado que da a la playa de la Mexota, con los pies metidos en la arena y la emoción erizándome los pelos, encuentro este mapa. Las cartografías que te salen en el móvil te pueden llevar a la casa de un amigo o a una gasolinera, pero una cartografía tallada en las paredes desnudas de una playa, con cientos de años de antiguedad, sólo puede ser un mapa del tesoro. Continuar leyendo «El mapa del tesoro»
¿Vas o vuelves?
Me encontré con este hombre en Reykjavik.
Le pregunté si volvía a casa o iba a trabajar.
Pero no entendí lo que me dijo, parecía aturdido.
La marca de mis camisetas
Asoman los 50 detrás de la próxima esquina, y no sé qué intenciones traen. ¿Buenas o malas? ¿Quieren darme un abrazo o un sirlazo? Continuar leyendo «La marca de mis camisetas»
Mis ideas
Os presento mis ideas.
Algunas son de bombero.
Algunas dan más luz que otras.
No siempre el filamento es evidente. Continuar leyendo «Mis ideas»