Tiras de la cinta y sube la persiana.
Y el mundo, que antes no existía, se abre delante de ti.
A pesar de ello tú sólo ves una parte, lo llaman «campo visual».
Pero ahí, puedes creerme, está el mundo entero.
Si tu vista fuera mejor podrías ver un trozo de Francia o de Portugal. O el mar. Están ahí aunque tú no los veas.
Y antes, qué cosas, sólo había una persiana.
Me despierto por la mañana. Y pienso que de pequeño soñaba mucho. Ahora no. O quizá no me acuerdo de los sueños. Existen mis sueños pero una persiana no me deja verlos.
Tengo que conseguir subirla y así, al despertar, poder mirar a lo lejos, y descubrir, al menos, una parte de ellos.