Si me encariño con mis plantas como no me voy a encariñar con estos tipos, y con esta furgoneta.

Brandon (saxo) se está metiendo una ensalada para desayunar tan grande que asustaría a muchas vacas asturianas que conozco. Después de escucharle varias veces decir “I am kiro “ y descartar que se tratase de: a) maestro de artes marciales, b) personaje de un manga… Demonios, lo mismo está diciendo “Keto”, la dieta cetogénica ¡era eso! El hueco que le queda después de la ensalada lo rellena con jamón york,y eso es porque chuletón no ponen aquí para desayunar.
Chris (bajo) es vegano, evita todo lo que tenga origen animal. Sus compañeros tenemos origen animal, también nos evita un poco. Me cuenta que estuvo de gira con un grupo de country y que, como ese estilo exige, sólo paraban a comer en BBQ, parrillas, y que él estuvo un mes a patatas fritas, y ensaladas, los side plates (guarniciones).
Chris y John (guitarra) no son usuarios de la furgoneta, van y vienen del teatro caminando para hacer ejercicio y respirar el aire de Reikiavik. Si ves dos tipos caminando con una guitarra a la espalda (una de ellas es un bajo) esos son ellos. Y Terri les acompaña. Llegan los primeros y también se van los primeros. Son músicos de los que yo llamo de “mariconadas las justas”.
Don es un ejemplo de que la dieta popular americana si no te mata te hace más fuerte. No perdona sus tostadas con un dedo de mantequilla y mermelada encima, dos azucarillos en el café. Con el resto de comidas: su pepsicola. 84 años, ya lo he dicho, flaco como un pincel y con energía para tirar de este carro y de los que vengan.
Don tiene los ojos muy azules. El pelo lacio que fue rubio platino hace mucho, ahora es platino solo. Esos ojos, cuando se cruzan con los tuyos, te leen, y saben que nota es la siguiente que vas a tocar, así adivina Don el tempo al que te mueves, la armadura de tu clave, sabe si vas a modular en el estribillo al relativo menor.
Cuando vamos al restaurante a comer, Don siempre va en el asiento del copiloto de la furgoneta, me cuenta que muy cerca hay una tienda de ropa de niños muy buena. Le miro extrañado. Don y su esposa son familia de acogida militante. Esos niños cuyos padres no están en condiciones de cuidar necesitan ropa, y los Randi en su casa tienen una habitación con ropa de todas las tallas, de niño y de niña, que han ido comprando a lo largo de los años. Recordatorio: este tipo hace 20 años que sobrepasó la edad de jubilación, cuántos otros en sus circunstancias estarían acariciando un gato.

La leyenda que acompaña a los músicos siempre nos dibuja como gente disoluta, caprichosa y egocéntrica. El caso es que yo me he encontrado muchos más obsesivos compulsivos, gente ordenada hasta la manía, que de los laxos. Porque los otros están por el subidón, y el subidón es algo efímero, esos no suelen llegar a viejos, o se desencantan o derrapan en una curva llena de polvo blanco.
Cuando dejo a estos tipos en el aeropuerto les invito a que vengan a conoceros, les digo que sois gente maja y que les vaís a tratar fenomenal. Que el vino es España es muy bueno, se toma en dosis razonables, y hay opciones “kiro”, organic, real food y vegan y de tó. Cuento con vosotros.
Me juran que vendrán, nos abrazamos. Pero sé que los caminos del Señor son inescrutables, y de vez en cuando incluyen zancadillas de CoVID para la humanidad entera.

Cuando hicieron a Geir rompieron el molde. Tiene la energía de un conejito Duracell al que le hubieran conectado las baterías de un Tesla. Geir tiene una voz de tenor poderosa, que ha entrenado durante años con buenos profesores, Llega tan alto como Pavarotti con la mitad de kilos.
Nuestras voces son la onda sonora de nuestra forma de ser, incluyen más información que nuestro ADN. Mi voz y mi forma de usarla son completamente diferentes a las de Geir, pero nos respetamos las voces del otro, por el cariño y la admiración que nos tenemos. Yo nunca conseguiré despertar un Nessun Dorma, él nunca podría consolar a La Llorona.

Geir adora a su país. “Este agua viene del glaciar y tiene más de 5000 años. No hay un agua más pura en el mundo”. “Este bacalao que te estás comiendo estaba esta mañana nadando en el mar”. Cuando hace un frío que se te crionizan las criadillas, él da saltos como un elfo y se llena los pulmones de orgullo islandés. Cuenta que de pequeño comía de lunes a sábado pescado, y los domingos, cordero. Quién sabe cuándo entró el primer tomate en su vida. Viste a la pequeña Anna Rose cada día para ir al colegio con un buzo de subir al Everest, guantes, gorro, botas… porque el tiempo en el patio es sagrado aquí aunque caigan chuzos de punta. Cuando le cuento que en mi pueblo si llueve los padres de los niños piden que no salgan al patio para no constiparse suelta carcajada de vikingo.
Hoy se me han evaporado mis compañeros de juegos y me siento un poco huérfano en esta ciudad. Vuelven mis pasos a buscar el centro, es lunes, no hay turistas. Le hago una foto al Gamla Bio. Paso por el super y me compro mi yogur. Hoy podría cenar en un restaurante, o en el hotel, pero el hombre es un animal de costumbres y el skyr con frutos secos me va a saber a gloria mientras miro la serie de asesinatos. Los bichos humanos necesitamos guarida, como atestiguan múltiples estudios de la Universidad de Hafen Hofen Sauer.

Duermo 11 horas de un tirón y a las 7 y media me meto un desayuno tremendo para aguantar el Via Crucis del regreso.
Hago la maleta, devuelvo la llave de la habitación.
Todavía es de noche cuando llego a casa de Geir. Nos damos un abrazo y quedamos para el año que viene.

La furgoneta me lleva más despacio de lo normal al aeropuerto de Keflavik, está perezosa, yo creo que también se ha encariñado conmigo. Cuando la devuelvo a una multinacional del alquiler le paso una mano por las ruedas con afecto. Anda, pero si tiene clavos. Cojo la maleta y veo que en la puerta pone 4×4, no lo había visto antes. Va a ser por eso que yo me manejaba tan bien sobre nieve.

Dos aviones abarrotados y 11 horas de mascarilla ffp2 después Luis me recoge amorosamente de la terminal 2 de Barajas. Son las 12 de la noche.

Llueve en Madrid.
Estoy en casa.