Si la vida fuese un partido de tenis yo llevaría unos cuantos sets devolviendo pelotas.
No me ha tocado últimamente sacar, ni tomar la iniciativa subiendo a la red, sólo defenderme desde el fondo de la pista.
Los puntos se alargan, los juegos se eternizan y yo me muero de ganas de sentarme en la silla con el calorcito del sol en la cara, mi traguito de bebida isotónica y mi plátano. Perder la vista en la grada, secarme con la toalla, contar los recogepelotas deteniéndome en las piernas más bonitas. Un respiro, denme un respiro.
Pero no.
La vida es un tenista ruso incansable que te hace correr de un extremo al otro, de derecha a izquierda. Y no te deja tiempo para pararte a pensar, botar la pelota, decidir si la mandas aquí o allá, si la liftas o la cortas. La vida tiene una tenacidad de hierro, una determinación inexpugnable, una fortaleza psicológica de acero y una pizca de mala leche.
Es otra la vida que se ve mirando desde la ventana de los 20 años. Edulcorada por la literatura y el cine, embellecida por los fuegos artificiales de las hormonas. Pero de súbito, una mañana, te despiertas dolorido y resulta que es la vida, que te ha pasado por encima como un camión de seis ejes. Maltrecho te levantas y alguien te pone una raqueta en la mano, te da un empujón, y sales a la tierra batida. ¿Batida? más batido estás tú y no ha empezado el partido.
Te acercas al árbitro y le explicas que debe haber un error, que lo tuyo es el cine, él sonríe con cara de «majete, no me cuentes milongas» y toca el silbato que da comienzo al partido. Te acuerdas de lo del “sudor de tu frente” pero nadie te garantiza que después haya pan.
Y pensar que de recién nacido sólo tenías que berrear para que la mujer más maravillosa del mundo llegara y te metiera su teta generosa en la boca y con ella toda la felicidad del mundo.
Mierda, cómo ha cambiado la película.
Decía Leonard Cohen que nos pasamos la vida anhelando el éxito, como si tuviésemos una misión, pero que la vida es fracasar y a lo más que podemos aspirar es a no tomárnoslo como algo personal.