Chopin, hierbajos y la Luna

Ayer leo que los amigos, hacer un poco de ejercicio, ser agradecido y expresar las emociones, son herramientas para ser más feliz. Felicidad en el sentido esencial, esa que buscaban los griegos, los neanthertales y el eremita, no la de las canciones pop o Carrefour. Felicidad con mayúsculas, de cuando se inventó la palabra, de antes de la rueda, felicidad intramolecular, no la felicidad de colorines, no la felicidad de comprar cosas.

Y resulta que esos ingredientes ya los había escuchado en otras ocasiones a gente que estudia mucho en universidades y tal. Y resulta que cuando miro, compruebo que son las actividades que practican las personas que tienen la cabeza mejor amueblada y la sonrisa mejor puesta a mi alrededor. La curiosidad, el hambre de conocer, también ayuda. Y ayuda la generosidad.

Puntualicemos:

En el apartado «amigos» no entran los clicks de Facebook.

En el apartado «ejercicio» no entra la competición.

En el apartado «ser agradecido» entra todo, parece que no se ha encontrado ninguna contraindicación, no existe el exceso de gratitud.

En el apartado «expresar las emociones» entra expresar las emociones positivas, para darles gloria y esplendor, y también las negativas, para conjurarlas por el simple método de transferirlas a un papel o al trozo de aire entre mi boca y tu oreja.

Ayer tuvimos la visita de unos amigos que hacía tiempo que no veíamos. Compartimos con ellos viandas, vino, un paseo y un así nos va la vida. Luego marcharon a la capital del reino y nosotros volvimos a nuestro trantrán.

Por la noche repasé la lista y vi que sólo me faltaba lo de agradecer para redondear el día. Así que salí a la terraza y como mi familia y mi pueblo dormían, agradecí a la luna que brillaba ahí arriba.

A unos humildes hierbajos que dan un poco de verde a mi destartalado jardín sin pedir nada.

A Chopin que escribió la música más hermosa que un insomne escuchar pueda.

Chopin, los hierbajos y la luna recibieron mis afectos sin alborozo y yo me metí pa’dentro que se me estaban quedando los pies fríos.